La magia de Caputo y la desaparición de los 600 millones de dólares

En un escenario de alta tensión financiera, Caputo se presenta como un mago de la economía, orquestando una fuga de 600 millones de dólares con la jugada maestra del Carry Trade que desestabilizó los mercados, mientras Toyota, como espectador privilegiado, aprovechaba la caída. Un análisis detrás del telón de una operación que dejó a más de uno con la boca abierta.

Editoriales02 de marzo de 2025Jess BergesJess Berges
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Luis "El mago" Caputo

Por alguna razón que solo los magos del poder pueden entender, el Ministro de Economía, Luis“el Mago” Caputo, parece tener una habilidad especial para hacer desaparecer grandes sumas de dinero. Y cuando decimos grandes, estamos hablando de 600 millones de dólares. No es un error de cálculo ni un despiste. 600 millones, sí, leyeron bien, 600 millones que se esfumaron sin dejar rastro, como si un truco de magia hubiera sido ejecutado bajo la sombrilla de la política económica nacional.

 

¿Pero cómo logró semejante proeza el señor Caputo? ¿Acaso hizo un hechizo con su varita mágica o utilizó algún conjuro en el que se especializa el mundo financiero? La respuesta es más mundana, pero igual de increíble: la corrida que le hizo Toyota con el famoso Carry Trade. En palabras sencillas: cuando el “Carry Trade” de la automotriz japonesa empezó a hacer de las suyas, Caputo, con su carisma y destreza, logró que esos 600 millones de dólares se evaporaran, tal como si fueran humo. Sin embargo, no fue un humo cualquiera: era un humo que, al disiparse, dejaba a los argentinos sin un peso en el bolsillo, pero con una sonrisa irónica en el rostro de Caputo, como si estuviera diciendo “No fue mi culpa, yo no sabía nada”.

 

Por supuesto, como un ilusionista que nunca revela su truco, el Ministro no ha explicado con exactitud cómo sucedió semejante desaparición. Pero, ¿quién necesita explicaciones cuando hay un truco tan bien ejecutado? Es como ver un mago sacando un conejo de un sombrero, excepto que el conejo son 600 millones de dólares y el sombrero es el país. ¿Lo peor de todo? Nos dejaron a todos aplaudiendo, pero con las manos vacías.

 

Ahora, como si fuera un número de magia en vivo, Caputo nos ha dejado atónitos con un nuevo pedido. En lugar de devolver lo que desapareció, ha solicitado a FMI un desembolso urgente de 12.000 millones de dólares como parte de un  nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Pero, por supuesto, eso no es todo. Caputo, con su estilo único, también ha pedido 1.000 millones de dólares adicionales, que están pendientes del programa vigente, y otros 7.000 millones para diciembre de 2025. Es como si el mago estuviera pidiendo más trucos, en lugar de devolver lo “perdido”.

 

¿El FMI aceptará este pedido tan peculiar? Si los 600 millones de dólares desaparecieron con la misma rapidez con que se fugan los sueños en la Argentina, ¿realmente el FMI va a dejar que Caputo recupere más dinero? Como en un acto de magia económica, la cuenta del país sigue creciendo, y el Ministro parece estar pidiendo más “títeres” para su show. Lo interesante aquí es que, aunque los efectos de su magia están claros —inflación, pobreza, y deuda—, el Ministro parece seguir jugando a hacer desaparecer cifras sin que el público se dé cuenta. Los que aplauden este truco, por supuesto, son aquellos que no terminan de entender que la función nunca termina: siempre hay más, y siempre alguien más paga el precio.

 

Ahora bien, si el FMI decide acceder a este nuevo pedido de Caputo, lo que quedará claro es que el único truco que está funcionando a favor del gobierno es el de seguir endeudando al país, mientras los argentinos seguimos sufriendo las consecuencias. No solo las ya conocidas: la inflación, la pobreza, la caída del poder adquisitivo. Sino las que vendrán, cuando este nuevo endeudamiento se convierta en otra carga para las futuras generaciones. Pero claro, como en cualquier show, el protagonista nunca es el que paga el precio. Los espectadores, por supuesto, siempre se quedan con el recuerdo del truco, pero nunca con el dinero en el bolsillo.

 

La verdadera magia de Caputo es convencer a los argentinos de que todo está bajo control. Un control que, por cierto, parece escaparse cada vez más a medida que los números rojos se acumulan. Pero, claro, para el Ministro, el show debe continuar. Y mientras él hace malabares con la deuda, mientras su magia sigue causando estragos, hay una verdad innegable: el país no es un escenario de circo, y las consecuencias de estos trucos no son solo efectos de humo.

 

Entonces, mientras esperamos a ver si el FMI será lo suficientemente “generoso” como para devolver más dinero a este juego de ilusionismo, la pregunta que queda es: ¿quién paga el precio final de este acto? Porque, claro, cuando el mago hace desaparecer los billetes, los que se quedan mirando, sorprendidos, somos los de siempre.

 

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