Néstor Kirchner: El hombre que desafió al poder y soñó una Argentina soberana

Editoriales25 de febrero de 2025Jess BergesJess Berges
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Cada 25 de febrero, quienes creemos en un país con justicia social, desarrollo e independencia económica recordamos a Néstor Kirchner no solo como el presidente que sacó a la Argentina de la peor crisis de su historia, sino como el líder que, con coraje y decisión, puso de pie a una nación devastada. Néstor no solo reestructuró la deuda externa con firmeza y sin sometimiento, sino que recuperó la política como herramienta de transformación y dignidad para millones. Hoy, en tiempos oscuros de entrega y ajuste, su figura se agiganta y su legado resuena más fuerte que nunca.

Kirchner llegó a la Casa Rosada en mayo de 2003 con apenas el 22% de los votos, en una Argentina que tambaleaba entre el desencanto y la desesperanza. El país estaba quebrado, el Estado ausente, el desempleo descontrolado, la pobreza generalizada y el tejido social roto. Contra todos los pronósticos, Néstor no solo estabilizó la economía, sino que reescribió las reglas del juego. No vino a administrar la miseria ni a pactar con el poder de siempre: vino a cambiar la historia.

Uno de sus actos más audaces y recordados fue la reestructuración de la deuda externa con una quita inédita del 65%. Lo hizo con la convicción de que el país debía priorizar su desarrollo antes que los intereses de los grandes acreedores. “Los muertos no pagan sus deudas”, decía, en referencia a un pueblo que no podía seguir sacrificando su futuro en el altar del FMI. Rompió con la lógica del sometimiento y, al hacerlo, marcó un camino de dignidad para América Latina.

Néstor no solo reestructuró la deuda: también saldó la que Argentina tenía con el Fondo Monetario Internacional en 2006, liberando al país de la tutela de un organismo que había impuesto políticas de hambre y destrucción durante décadas. Fue una jugada maestra, un golpe de soberanía que hizo historia. “No vamos a vivir de rodillas”, proclamó en Mar del Plata, cuando junto a Hugo Chávez y Lula Da Silva enterró el ALCA, el proyecto neocolonial que pretendía someter a toda la región al dominio estadounidense.

Pero Néstor no solo peleó contra los poderosos en lo económico. Enfrentó al establishment político y mediático con la misma determinación. Puso en jaque a la Corte Suprema adicta al menemismo, impulsó los juicios de lesa humanidad y reconstruyó un Estado presente, capaz de garantizar derechos y oportunidades. No se arrodilló ante el Grupo Clarín cuando los grandes medios todavía dictaban la agenda política con impunidad. Por el contrario, los desafió.

Hoy, en un país gobernado por la irracionalidad del mercado y la destrucción planificada del Estado, muchos nos preguntamos qué diría Néstor Kirchner si viera a Javier Milei en la Casa Rosada. No hace falta demasiada imaginación: la misma Argentina que él rescató del abismo vuelve a ser empujada al vacío. Las recetas de ajuste y entrega regresaron con brutalidad, esta vez bajo la excusa del “liberalismo libertario”. Mientras Milei entrega la soberanía y se rinde ante los intereses financieros internacionales, Kirchner estaría, sin dudas, del otro lado, con el mismo fuego con el que enfrentó al FMI, a los buitres y al poder real.

¿Qué pensaría de Cristina y su rol en el peronismo actual? Kirchner y Cristina fueron una sociedad política y una historia de amor que transformó a la Argentina. Cristina continuó y profundizó su proyecto, ampliando derechos y enfrentando a las corporaciones con la misma valentía. Pero hoy, en una etapa distinta, el peronismo atraviesa una crisis de liderazgo. No es descabellado suponer que Néstor buscaría recomponer la unidad, entendería la necesidad de renovación y apostaría a una conducción que recupere el ímpetu transformador que caracterizó su tiempo.

En cuanto a la discusión sobre el futuro del movimiento nacional y popular, no hay dudas de que Néstor tendría claro quién fue la dirigente política más importante de los últimos 20 años y quién garantizó que el legado del proyecto kirchnerista siguiera vigente: Cristina Fernández de Kirchner. En momentos donde el enemigo real es un gobierno que atenta contra los trabajadores, la educación, la industria y los derechos sociales, cualquier intento de debilitar a Cristina solo sirve a quienes quieren borrar del mapa todo lo que el kirchnerismo significó.

Kirchner nunca creyó en las disputas sin sentido. Sabía que la política es lucha, pero también tenía claro que las batallas internas deben servir para fortalecer el proyecto colectivo, no para debilitarlo. Si estuviera aquí, seguramente llamaría a la unidad y a la responsabilidad histórica, dejando de lado personalismos y poniendo por delante el destino de la Patria.

Néstor Kirchner no fue un líder perfecto. No buscó serlo. Pero fue el presidente que cambió el rumbo de la historia cuando Argentina estaba al borde del colapso. Fue el hombre que, con convicción y coraje, enfrentó a los grandes poderes, apostó por América Latina y reconstruyó el sueño de un país más justo.

A 75 años de su nacimiento, su legado sigue latiendo en cada joven que se compromete con la política, en cada trabajador que no se resigna, en cada militante que sigue creyendo en una Argentina con oportunidades para todos. En tiempos de ajuste y resignación, recordar a Néstor no es un simple ejercicio de nostalgia: es un acto de resistencia y esperanza.

Porque como él dijo: “No voy a dejar mis convicciones en la puerta de la Casa Rosada”. Hoy, los que seguimos creyendo en esa Argentina, tampoco.

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