Nos quieren dejar secos: Primero nos roban el agua, después nos venden la sed

Editoriales03 de agosto de 2025Jess BergesJess Berges
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Si alguna vez hubo una entrega que marcara un antes y un después, es esta: AISA, la empresa que garantiza que el agua llegue a nuestras casas, ahora queda en manos de Mekorot, la compañía nacional de agua de Israel. Sí, la misma que en Gaza corta las canillas cuando quiere, la que decide qué barrio toma agua y cuál se muere de sed. Los mismos que usan el agua como un arma, hoy administrarán la que sale de nuestras canillas. Lo que era un derecho humano pasa a ser un negocio geopolítico.

Y mientras nos dejan sin agua, nos vacían los bolsillos. El dólar volvió a dispararse, y cada salto de la moneda es un cachetazo al salario del laburante. Suben los alimentos, suben los alquileres, sube todo menos el sueldo. Y no es casualidad: este es el plan de siempre. El liberalismo necesita que la economía vuele por los aires para justificar la entrega. Te hablan de “mercado libre” mientras especulan con la comida, de “inversión extranjera” mientras rifan el agua, de “modernidad” mientras te devuelven a la colonia.

Las retenciones al campo aparecen como un parche, pero el verdadero drama es otro: cada dólar que entra o sale del país lo manejan ellos, los de siempre, los mismos que fugaron millones en los 90, en el macrismo, y ahora vuelven disfrazados de libertarios. El modelo es clarito: suben el dólar, licúan salarios, venden el país. Hoy es AISA, mañana serán nuestros ríos, después la Patagonia entera.

Y entonces, ¿qué nos queda a los argentinos cuando nos roban el agua? Nos dejan sed y deuda. Porque no hay soberanía posible sin control de lo que nos da vida. Cada vez que estos gobiernos pisan la Casa Rosada, el país se convierte en una subasta. Te sacan las empresas, te endeudan, te hacen creer que es inevitable… hasta que un día despertás y ni el agua es tuya.

Alguna vez la historia nos puso frente al mismo abismo. Supimos levantarnos: recuperamos YPF, reabrimos fábricas, dijimos “la patria no se vende”. Hoy, el desafío es más grande: nos están vendiendo la vida misma, gota a gota. Y la reconstrucción va a ser titánica. Porque un país que entrega su agua entrega su futuro. Y ningún pueblo puede vivir arrodillado bebiendo de la mano del que lo oprime.

Hoy nos sacan el agua y nos venden la sed.
Mañana, si no reaccionamos, nos van a vender el aire.
Y cuando abramos los ojos, la patria va a estar seca.

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