FV paraliza su fábrica en Pilar: alerta por tsunami importador

La icónica empresa de grifería FV suspendió a más de 800 operarios en su planta de Pilar. La recesión y la avalancha de productos importados empujan al borde del colapso a una de las mayores fábricas del país. El futuro del modelo industrial argentino está en juego.

Economía06 de mayo de 2025
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La histórica empresa argentina FV, líder en la fabricación de grifería, enfrenta una de las peores crisis de su centenaria trayectoria. Ubicada en Pilar, Buenos Aires, la planta suspendió a más de 800 empleados sobre un total de 1.400 trabajadores. La compañía, que produce más de 3.500 artículos y llegó a exportar a 25 países, atraviesa una recesión crítica que amenaza con paralizar su actividad por completo.

"Estamos esperando que la cosa resucite un poco", expresó con crudeza Rodolfo Viegener, uno de los propietarios y expresidente de FV, al describir la gravedad del panorama económico. Su declaración refleja el sentimiento que predomina en el sector industrial argentino: incertidumbre, ahogo financiero y pérdida de competitividad.

Recesión + importaciones: una combinación letal

La caída del 27,4% en la construcción durante 2024 fue un golpe directo para FV, cuyo destino está íntimamente ligado al movimiento del mercado inmobiliario. Sin embargo, el derrumbe del consumo no es el único problema. La apertura comercial, sin restricciones, está inundando el mercado local con productos importados, en particular de origen chino, que llegan a precios imbatibles.

“El producto chino cuesta la mitad, aunque su instalación termina saliendo más cara que el propio artículo”, advirtió Viegener. También subrayó la falta de garantías y durabilidad de esos productos, aunque reconoce que el bajo precio termina seduciendo a un público cada vez más empobrecido.

De exportadora modelo a fábrica paralizada

Durante décadas, FV fue un símbolo de la industria nacional pujante. Hoy, sus operarios hacen cuentas y esperan una reactivación que parece cada vez más lejana. En un contexto donde las decisiones financieras reemplazan a los planes de producción, la fábrica intenta resistir, ajustando previsiones y costos cada semana.

“Revisamos los pronósticos de ingresos constantemente”, explicó Viegener, remarcando la fragilidad de una economía que ya no ofrece certezas ni horizontes claros para los productores locales.

Un déjà vu industrial argentino

La situación de FV no es aislada. Otras compañías con historia han anunciado recientemente cierres o reconversiones hacia modelos de importación, dejando en la calle a cientos de trabajadores. Es un ciclo repetido que ya vivió el país tras la dictadura, durante el menemismo, en la crisis del 2001 y más recientemente bajo políticas de apertura comercial.

Lo que está en riesgo no es solo el empleo, sino el entramado productivo argentino. Cada fábrica que cierra marca una nueva etapa de retroceso económico. En lugar de sonar las alarmas, el discurso oficial parece seguir apostando a una competitividad teórica que ignora la realidad estructural del país.

Una economía que espera un milagro

Mientras las decisiones gubernamentales no se alineen con la protección de la industria nacional, empresas como FV seguirán en estado de emergencia. En Pilar, donde antes se respiraba trabajo, hoy se suspenden operarios y se reza por una resurrección económica que evite el cierre definitivo del grifo industrial argentino.

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