Milei, Kicillof y la disputa peronista: ¿Quién elige el ring?

En medio de una crisis política y económica, Milei refuerza su estrategia de confrontación con Kicillof, mientras el peronismo sigue atrapado en disputas internas. La sesión inaugural del Congreso no estuvo exenta de tensión: el diputado Facundo Manes fue agredido tras cuestionar al presidente por el escándalo de la criptoestafa. Entre la posverdad y la persecución a la oposición, el oficialismo busca consolidar su relato mientras la incertidumbre crece.

Política01 de marzo de 2025Jess BergesJess Berges
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La política argentina vive un momento donde cada tragedia se convierte en una excusa para la pelea. La muerte de una niña de siete años asesinada en un robo en La Plata, no solo expuso la crudeza de la inseguridad, sino que también se transformó en el nuevo escenario de batalla entre el presidente Javier Milei y el gobernador bonaerense, Axel Kicillof.

 

Milei, fiel a su estilo, aprovechó el caso para reforzar su discurso de “mano dura”, anunciando que impulsará una baja en la edad de imputabilidad, lo que permitiría que menores de edad sean juzgados como adultos. Con esta jugada, el presidente busca poner a Kicillof contra las cuerdas, responsabilizándolo por la inseguridad y construyéndolo como su adversario directo. La pregunta es: ¿Kicillof se subió solo al ring o Milei lo empujó?

 

El gobernador ya venía lidiando con fuego amigo dentro del peronismo. La disputa entre Andrés “Cuervo” Larroque y Máximo Kirchner amenaza con arrastrarlo a un conflicto que, lejos de fortalecerlo, lo deja en una posición incómoda. Larroque, como hombre de Kicillof, no solo le disputa el liderazgo a Máximo dentro del peronismo, sino que al hacerlo, tensiona la relación del gobernador con La Cámpora y lo obliga a posicionarse en una pelea que hasta ahora había intentado esquivar.

 

En este contexto, Milei también lanzó otra afirmación insólita: aseguró que sacó a 10 millones de personas de la pobreza. ¿De dónde saca ese dato? Es una falacia absoluta. No hay ningún indicador oficial que respalde semejante afirmación. Ni el INDEC ni ningún organismo serio ha presentado cifras que justifiquen esa reducción drástica de la pobreza en tan pocos meses de gestión y en medio de una recesión brutal.

 

Para Milei, la realidad no importa: su discurso es el de la posverdad, donde los números son herramientas narrativas y no datos verificables. Su objetivo no es informar, sino instalar una percepción en su electorado. Y lo hace en el inicio del período de sesiones ordinarias, marcando la cancha con datos manipulados y una confrontación directa con la oposición.

 

Lo que Milei evitó mencionar fue la escandalosa estafa piramidal en la que está involucrado. Pero sí se encargó de destacar el ajuste y prometió más motosierra, reafirmando su compromiso con un modelo de recortes que ya está afectando a los sectores más vulnerables.

 

Cuando el diputado Facundo Manes le preguntó a Milei por este caso durante su discurso en el Congreso, la respuesta no vino del presidente, sino de su entorno. Fue increpado por el ministro de Economía, Luis Caputo, y otro acompañante que lo golpeó con dos puñetazos en el pecho. Manes denunció el hecho públicamente y advirtió que el gobierno está utilizando el aparato del Estado para perseguir a la oposición.

 

Mientras el presidente monta su espectáculo de confrontación, el peronismo sigue ensimismado en sus disputas internas. Y en el medio de ese escenario, Kicillof parece haber caído en una trampa: en su intento por consolidarse como un candidato presidencial, está entrando en un juego que puede debilitarlo más que fortalecerlo. Su apuro por posicionarse lo expone a que lo usen como el principal antagonista de Milei, un rol que, si no es acompañado por una estrategia clara y un respaldo sólido dentro de su espacio, lo puede dejar atrapado en el barro sin posibilidad de salir.

 

Si la interna sigue desgastando a Kicillof, Milei tendrá vía libre para consolidarlo como su principal adversario sin necesidad de que el gobernador le dé pelea. Y en ese escenario, la derrota no será solo de Kicillof, sino de un espacio político que, en vez de cerrar filas, sigue jugando a la autodestrucción.

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