Del desastre a la crisis: el desborde del Río Salado en Buenos Aires

El centro y sudoeste bonaerense pasaron de la sequía extrema a una emergencia por inundaciones. En apenas una semana cayeron entre 300 y 400 milímetros de lluvia, dejando casi 2 millones de hectáreas bajo el agua. La preocupación crece por el exceso hídrico y el impacto en infraestructura, cultivos y caminos.

Economía15 de marzo de 2025
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De la sequía a la inundación: alarma en el interior bonaerense
En un giro dramático del clima, zonas del centro y sudoeste de la provincia de Buenos Aires pasaron de evaluar pedidos de emergencia por sequía a enfrentar severas inundaciones. Las intensas precipitaciones de la última semana, que oscilaron entre 300 y 400 milímetros, generaron un fuerte impacto en la región, agravando la crisis en el Río Salado y sus afluentes.

El intendente de Bolívar, Marcos Pisano, fue tajante: “No podemos negar más el cambio climático y hay que trabajar en eso”. Sus declaraciones reflejan la preocupación de productores y autoridades que siguen de cerca la evolución de la situación.

 
Caminos anegados, cultivos perdidos y daños estructurales
El exceso hídrico ha dejado cerca de 2 millones de hectáreas inundadas, afectando gravemente la producción agropecuaria. Los caminos rurales están intransitables, hay puentes destruidos y algunas viviendas y escuelas han quedado bajo el agua.

Según el productor Pablo Ginestet, encargado de un relevamiento satelital para CARBAP, la zona más afectada incluye Laprida, La Madrid, Olavarría, Daireaux y Bolívar. “El agua se sigue trasladando y provoca inundaciones en los costados de los arroyos”, explicó.

Las pérdidas son significativas. La imposibilidad de realizar labores agrícolas en esta época crítica del año pone en jaque la producción invernal. Además, el estado de los caminos impacta directamente en la logística de cosecha y transporte.

 
El Río Salado, epicentro de la crisis hídrica
El desborde del Río Salado es una de las mayores preocupaciones. El agua proveniente de arroyos y canales sigue aumentando su caudal, agravando la situación en distritos como Pehuajó, Henderson, Bolívar y 9 de Julio.

Ginestet advirtió que, en la zona agrícola al norte de la Ruta 65, la falta de obras de infraestructura y mantenimiento agrava la problemática. “El agua quedará estancada hasta la primavera, ya que la evapotranspiración es mínima en otoño e invierno”, explicó.

 
Obras inconclusas y reclamos al gobierno
Las autoridades locales exigen respuestas ante la paralización de obras hídricas y viales. Pisano criticó la interrupción de trabajos en la Ruta 226, clave para la producción cerealera de la región. “Los niveles de agua llegan al pavimento y los alcantarillados están deteriorados”, alertó.

Además, reclamó la actualización del Fondo de Emergencia Nacional, que no se ajusta desde 2023 y debería cubrir los daños en caminos rurales y alcantarillas. “Es el mismo fondo que debió utilizarse recientemente para los incendios forestales”, señaló el intendente.

 
Cambio climático: una realidad innegable
El brusco cambio de sequía a inundación refuerza la necesidad de políticas públicas eficientes. En Bolívar, el seguimiento del arroyo Vallimanca es clave para evitar evacuaciones. “Hace 20 días estábamos pidiendo emergencia por sequía, ahora estamos inundados. No podemos seguir ignorando el cambio climático”, concluyó Pisano.

La crisis hídrica en Buenos Aires deja en evidencia la falta de infraestructura adecuada y la urgencia de planificación a largo plazo. Mientras tanto, productores y vecinos intentan adaptarse a una realidad climática cada vez más impredecible.

 

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